Un pequeño insecto, de aproximadamente 15 a 20 milímetros, que produce cerca de 900 huevos cada 4 días en rendijas y lugares húmedos y cercanos a materia orgánica en descomposición, es el punto de partida de un proceso de transformación que puede convertirse en alimento rico en proteínas y grasas para pollos, conejos, cerdos y otros animales de granja a bajo costo y con mayor valor nutricional que muchos productos del mercado.
Esta es la conclusión a la que llegaron dos investigadoras de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR, Diana Delgado y Sandra Chingaté, luego de varios meses de trabajo con composteras del municipio de Bojacá, organizadas en torno a procesos de aprovechamiento de desechos y economía circular.
Se trata de la mosca soldado negra (Hermetia illlucens), un insecto que ha cobrado protagonismo en diferentes partes del mundo por el valor agregado de sus larvas, las cuales se alimentan de residuos orgánicos humanos y animales y que criadas en condiciones controladas de laboratorio son transformadas en harina rica en proteínas y grasas, como base para la alimentación de animales de fincas y granjas.
¿Cómo una mosca puede alimentar animales de granja, convertirse en abono y además en biocombustible?
El proyecto de investigación adelantado por la CAR, contó con la colaboración del grupo Terrazán, una empresa con más de 15 años de experiencia en la aplicación de los Principios de Economía Circular en Bojacá, la cual recibe bioresiduos como lavaza (desechos de comida), ruminaza (desechos de sacrificio de ganado) y lodos (desechos de sacrificio de aves), para convertirlos en bioproductos.
Teniendo en cuenta los volúmenes de material orgánico en descomposición en la zona de Bojacá, las investigadoras de la CAR se dieron a la tarea de analizar y caracterizar estos desechos para dar inicio a la cría de larvas de la mosca soldado.
Una vez seleccionada la zona se dispusieron las larvas, asegurando condiciones de temperatura y humedad y se dio inicio al proceso de observación del comportamiento de las larvas en cada uno de estos bioresiduos por separado y mezclados.
Las larvas fueron observadas por un lapso de 6 meses durante el cual se pudo identificar que en su proceso de crecimiento, engorde, digestión y deposición generaban un sustrato con características diferentes según el origen de los desechos.
Tras revisar los componentes químicos y microbiológicos del sustrato, las investigadoras observaron la presencia de una alta carga de proteína y grasas en aquellas larvas que se alimentaron de lavaza, seguida por los lodos y la ruminaza. La menos efectiva, según el análisis, resultó ser la mezcla de los tres.
Antes de que las larvas evolucionen a su condición de adulto, en estado de pupa son sacrificadas y procesadas para convertirlas en harina. Al estudiar la composición cuantitativa de la harina resultante se observó la presencia de humedad, fibra, cenizas, grasa y proteína en cantidades mayores a las de otros productos del comercio.
En paralelo, las investigadoras pudieron identificar que los sustratos obtenidos sirven además como acondicionador o abono orgánico de suelos que se encuentran afectados por pisoteo de animales, o pobres en nutrientes, ya que cuentan con concentraciones importantes de fósforo, nitrógeno, carbono y pH necesarios para su rehabilitación.
Y como si esto fuera poco, el proyecto permite anticipar que el aprovechamiento del extracto etéreo de estas larvas (porción de un alimento que es insoluble en agua pero sí en otros solventes orgánicos) podría ser utilizado como biocombustible, dado su potencial como fuente de energía.
En la ruta se soluciones basadas en la naturaleza
En el marco de la construcción participativa del nuevo Plan de Acción Cuatrienal de la CAR, el director general, Alfred Ignacio Ballesteros Alarcón, ha sido enfático en su compromiso de trabajar de la mano con la comunidad, en la identificación de soluciones basadas en la naturaleza, a partir de la innovación y la transferencia tecnológica.
“Proyectos como el de la mosca soldado negra hacen parte de las iniciativas de bioeconomía ambiental sostenible, que podrían ser replicados en diferentes partes del territorio CAR con el fin de aliviar los altos costos de la alimentación de animales de granja y al mismo tiempo, contribuir a la protección ambiental”, afirmó el director Alfred Ballesteros.